A principios del pasado mes de diciembre la prestigiosa revista Nature publicaba, en su edición on line, un interesantísimo y, a mi entender, revolucionario estudio científico que provenía de la Universidad de Vanderbilt, en los EE.UU.
En dicho estudio, un equipo de científicos proporciona la primera evidencia en mamíferos de que las estaciones tienen un efecto persistente en los ritmos circadianos o el reloj biológico, ese reloj interno que determina los ciclos de sueño, el estado de ánimo o la salud.
La fecha de nacimiento condiciona nuestro reloj biológico y nuestro estado de salud mental.
A principios del pasado mes de diciembre la prestigiosa revista Nature publicaba, en su edición on line, un interesantísimo y, a mi entender, revolucionario estudio científico que provenía de la Universidad de Vanderbilt, en los EE.UU. En dicho estudio, un equipo de científicos proporciona la primera evidencia en mamíferos de que las estaciones tienen un efecto persistente en los ritmos circadianos o el reloj biológico, ese reloj interno que determina los ciclos de sueño, el estado de ánimo o la salud.
Sus experimentos les permitieron demostrar que los nacidos en invierno eran más lentos en su actividad diaria que los nacidos en verano, con independencia de si se habían mantenido en un ciclo invernal o en uno veraniego. Pero aún fueron más allá, y descubrieron que, además de la conducta, también sus neuronas o relojes biológicos eran más lentos. El equipo investigador está convencido de que la estación de nacimiento afecta a nuestra personalidad.
Sin embargo, Douglas McMahon, el biólogo que comandó al equipo investigador, acabó sentenciando: «Suena a Astrología, pero no lo es: ¡Es biología estacional!». Qué necesidad tiene, un hombre que busca el conocimiento y la verdad, de anteponer escudos. Cierto es que hay sectores de la ciencia que aún están en tiempos de la Inquisición, y seguramente, actuando así, se defiende de los suyos. Claro que él probablemente tampoco sepa muy bien qué es la Astrología, pero lo quiera él o no, este trabajo es una de las mejores validaciones científicas de la Astrología. Recuerdo muy bien la confrontación que tuvimos por televisión y diferentes medios de comunicación con unos científicos que atacaban rabiosamente a la Astrología. Sería en los primeros años 90. Es uno de esos debates televisivos, uno de esos científicos me decía: Pero, hombre, no digas chorradas, ¿qué importancia tendrá que yo haya nacido en enero o en agosto? Unos 20 años después, la respuesta se la da la ciencia. ¿Le valdrá ahora? Conforme avance la ciencia se encontrará mayores evidencias de la verdad astrológica, irremediablemente. Claro que para los más recalcitrantes y cavernícolas, en lugar de Astrología, esos nuevos-viejos conocimientos se llamarán Biología Estacional -por cierto, me encanta el nombre-, Cronobiología -interesantísima-, Física de Partículas… El Universo es un gran todo, y a ese inmenso océano sideral irán a juntarse todos los ríos del conocimiento, sean científicos o no, porque esa esquizofrénica división entre ciencia y no ciencia ha hecho mucho daño al hombre, y algún día deberá superarla para su propio equilibrio y auténtica sabiduría.