Problemas domésticos de pareja.

Las batallas domésticas no suelen ser los grandes dramas a los que nos tienen acostumbrados las soap operas o culebrones, hace falta mucho menos que una madrastra enamorada de tu esposo, que resulta es su hijo perdido en un naufragio cuando inmigraba ilegalmente porque era perseguida políticamente por su peor enemigo que, finalmente, es tu padre (aunque no lo sabe y tú la chantajeas con ese secreto).

No. Las batallas domésticas se dan en un campo mucho más acotado y anodino, el campo de las cosas vulgares y cotidianas a las que nos aferramos desesperadamente porque forman parte de nuestra personalidad. Pequeños eventos aparentemente sin importancia, pero bastante urticantes, que desatan grandes dolores de cabeza si no se sabe poner freno a tiempo.

Las pequeñas batallas

· Con luz o sin luz: cada uno duerme a su manera, llegar a conciliar el sueño y descansar toda la noche compartiendo la cama con otro adulto tiene su arte. Cuando la cuestión es si queremos todo absolutamente a oscuras o algo de claridad… o una ventana absolutamente despejada para que nos despierte el sol de la mañana, es complicado ponerse de acuerdo. Con el sueño no se juega. Hay que buscar una solución.

· Frío o calor: el aire acondicionado se instala para comodidad de los habitantes de una casa, pero el registro de calor o frío es variable en cada individuo. Cuando hace frío para uno, el otro está perfectamente pero protestará cuando su pareja quite el aire y suspire de alivio… porque el primero tendrá calor.

· De acción o de amor: el DVD player quema con la disputa. Nunca se ponen de acuerdo en qué tipo de películas ver porque ambos tienen derecho a disfrutar de un rato de ocio. No quieren verlas por separado, la cosa es compartir una película… ¿pero cuál?

· El uso del baño. Ellas tardan muchísimo en salir del mismo y los varones dejan todo como si hubiera entrado una bandada de patos.

· El control remoto: un clásico. El que tiene el control maneja la programación y el otro se queda sin opciones.

· Sacar el perro. Fue un cachorrito hermoso que robó el corazón de toda la casa, pero ahora hay que sacarlo varias veces al día, todos los días, llueva, truene o haga un calor de mil demonios. ¿Quién lo hace?

· Callados Vs habladores: uno de los dos es una radio conectada todo el día, el otro es un enigma. Al primero el segundo le resulta frío y distante, al segundo el primero le acaba dando dolor de cabeza.

· El tubo de pasta dentífrica: otro clásico. Uno lo deja destapado y se seca, o lo aprieta por el medio y deja todo abajo, o lo aprieta demasiado y cuando se abre sale disparado.

· Trabajos de jardín: por antonomasia es él quien corta el césped pero hay que empujarle toda la mañana del sábado para conseguir que lo haga.

· Las compras del supermercado. Ella es práctica y se conoce las ofertas, lleva los cupones para descontar, y sabe qué es lo que hay que comprar. Pero él se deja seducir por la sierra mecánica último modelo o la barredora de hojas turbo en 6 cuotas.

· Quién llama al delivery. Una vez que se han puesto de acuerdo en si será sushi, chino o pizza, empieza la pelea por ver quién debe llamar.

· El maldito teléfono móvil. Uno de los se comunica un 95% con su teléfono y un 5% con su pareja. El otro se resiente. Desgracias de la generación 2.0.

· No te pongas esa camisa. Por alguna curiosa y atávica razón, las esposas suelen querer que sus maridos se pongan la ropa que a ellas les gusta,  sin tener en cuenta la decisión de ellos. Irritante y bastante ilógico ¿no? Claro que ellos también comentan acerca del escote o la falda. De ese modo lo único que se aseguran es llegar tarde a donde fuera que estaban yendo.

Como estas, hay muchas más pequeñas cosas en el universo de la vida de una pareja que hacen que las tonterías más nimias se conviertan en grandes campos de batalla conyugal. ¿Tienes las tuyas propias que no hayamos registrado en este artículo? Déjanos tu comentario para que podamos añadirlas y hacer esta lista tan larga como sea necesario.

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